Este blog discutirá la experiencia particular de una persona joven relacionada con temas de salud mental, y puede incluir referencias a diagnósticos, tratamiento, y/o apoyo. Esto no debería ser malinterpretado como consejos especializados o como consejos médicos aplicables a una situación similar por la que estés atravesando.
Los desafíos relacionados con la salud mental pueden ser difíiciles para algunas personas. Si tú o una persona cercana tiene problemas de salud mental, por favor busca apoyo a través de estos sitios: Child Helpline International; Open Counseling Suicide Hotline Database; United for Global Mental Health.
Si tu país no tiene una línea nacional de ayuda, busca apoyo médico y comunitario de cuidadores con entrenamiento y experiencia, especialmente antes de tomar decisiones sobre tratamientos.
¿ESTÁS BIEN?
Llevo muchos días sin poder escribir algo. Realmente tengo demasiado que he deseado escribir pero por alguna razón la universidad y estar levemente enferma me ha detenido por un periodo de tiempo. Sin embargo, ayer por la noche cuando me fui acostar mi cerebro pareció decirme que debía escribir sobre esto. Por eso, hoy lo estoy haciendo.
«¿Estás bien?»
¿Cuántas veces no hemos escuchado a las personas hacer esta pregunta? Incluso puedo asegurar que nosotros la hemos hecho muchas veces. Para mi, esta pregunta es parte de mi vida. De mi rutina. Creo que sin mentirles al día les pregunto de tres a cuatro veces en casa, sin contar las veces que salgo a la universidad y se las hago a mis compañeros.
Creo que esta costumbre inició desde que mi padre enfermó y comencé a acompañar a una persona que sufre de ansiedad. Hace dos años ni siquiera por mensajes de textos preguntaba esto. Solamente vivía sin hacer la pregunta, ahora en día hago más seguido esta pregunta. Y se preguntaran ¿a que voy con esto?
Lo que intento decir con esto es, diariamente hacemos esta pregunta que incluso hemos llegado a hacerle perder su valor. Porque estamos tan acostumbrados a responder “estoy bien” o solamente decir “si” y listo. Sin embargo, ayer mientras veía fijamente al techo de mi dormitorio pensé tanto que llegué a una conclusión.
Yo inicié haciendo esta pregunta por una rutina. Pero más allá de la rutina lo hice para estar segura y lista. Recuerdo cuando mi papá tuvo un shock de presión arterial en la madrugada y mientras se desmayaba él no dejaba de repetir que estaba bien, que ya se le iba a pasar. Ese día marque el número de emergencia con las manos temblorosas y sobre todo en contra de su voluntad porque no lo vi bien. Quizá él solamente no quería verse débil frente a nosotras. En realidad no se que pasó por su mente para decirnos que estaba bien pero llevarlo al hospital ese día fue lo único que lo estabilizó.
¿El problema? Fue que no tuvimos tiempo para prepararnos. No teníamos nada a la mano y ni siquiera teníamos un papel donde estuvieran apuntados los números de emergencia. Todo sucedió tan apresuradamente que luego tuve que tomar tranquilizantes.
Recuerdo que cuando esta persona que sufre de ansiedad tuvo un ataque, vagamente pregunté si estaba bien. Ella respondió que lo estaba aunque no era verdad. Su semblante no me decía que lo estaba. No sabía para entonces cómo lidiar con eso, estaba aún aprendiendo y auto educándome. Sin embargo, me senté a su lado y palmee su rodilla. De alguna forma le hice saber que yo estaba ahí, con ella.
Ahora, desde este momento tenemos dos caminos. El bueno y el malo como todo en la vida. Iniciemos con el malo. Las personas que escuchan esta pregunta y que están predispuestas a contestar en afirmativo lo hacen porque seguramente saben que si dicen la verdad de no sentirse bien no les ayudaran y sencillamente terminan empeorando o desbordando la situación. Incluso pueden sentir que desvalorizan sus emociones, pensamientos o síntomas que los están haciendo sentir mal.
Con respecto a esto no culpo a estas personas. Comprendo cómo se siente por dentro el querer recibir ayuda y que minimicen el sentimiento. Que lo hagan tan pequeño como si estuvieses haciendo de una hormiga un elefante.
Por ello, este párrafo va dirigido para quienes han desvalorizado las emociones y han sido la causa de que esta pregunta pierda su enorme valor. Los problemas son problemas y a todos nos pesan de cierta forma. Quizá tú lo veas pequeño pero esa persona que lo lleva en los hombros lo siente como un quintal y no necesita que alguien más lo pisotee como si fuese una hoja. Si a esa persona lo está haciendo sentir mal, es válido. Deja de desvalorizar las emociones de los demás sólo porque desde donde tú estás parada no se ve tan enorme el conflicto. ¿Sabes la razón? Es simple, porque tu no sabes cuanto esa persona lleva soportando el problema y si te lo dice es porque tuvo la confianza de contarlo. Si no sabes qué decir no digas que no es nada, dile mejor que tu estas ahí y que en ese momento no tienes la solución pero que te quedaras a buscar una.
Hazle sentir acompañado y no como si su problema no fuese uno. La vida está llena de problemas y todo lo que nos causa caos y zozobra dentro del pecho es un problema y no debe ser minimizado. Por ejemplo, puede que a mi una deuda no me cause zozobra pero no significa que por eso le dire a alguien endeudado que no se sienta mal por que tiene deudas.
Todo lo que nos pasa en nuestra vida nos pesa a nuestra manera y nadie tiene el derecho de hacerlo pequeño como si fuese invalido sentirse agotado.
Por otro lado, tenemos el camino positivo. Que es el camino por el cual todos deberíamos caminar. La pregunta se realiza no solamente para terminar un silencio incómodo o porque se nos dé la gana. No, al contrario, preguntamos porque queremos saber. Si hacemos esa pregunta y tú respondes que no te encuentras bien no pienses que nos estás preocupando. Por el contrario, no estas preparando para futuros acontecimientos y que nosotros estemos preparados para enfrentarlos.
Por ejemplo, si yo me siento mal, me preguntan si me encuentro bien y yo respondo que no me siento bien y agregó consigo los síntomas que tengo, al momento de engravecer las personas cercanas sabrán que debían preparar algo para enfrentar mis síntomas o saber que decirle al médico. La ventaja de decir que no estamos bien es poder prepararnos para futuros acontecimientos o bien saber que dos cabezas piensan mejor que una.
El punto de esto es que necesito que entiendan que debemos normalizar decir que no estamos bien. Necesitamos normalizar poder pedir ayuda sin ser tachados como personas débiles. Debemos de poder decir que no estamos bien sabiendo que nuestros pensamientos y problemas no serán minimizados. Ya la pasamos bastante mal con los problemas como para que las personas los traten como si fuesen un papel.
Necesitamos aprender a escuchar y ayudar. A poder dar soluciones. No usaremos la parte de “ponernos en su zapatos” porque puedo decir que nosotros ahí podríamos querer otra solución o no sentirnos mal. Lo que debemos hacer es empatizar y dar soluciones a las posibilidades de la persona que nos cuentan lo que le sucede. Debemos aprender a decir que no estamos bien para prepararnos ante algunos acontecimientos.
Normalicemos decir que no estamos bien. Dejar de mentir y llevar todo sobre nuestros hombros. Somos humanos y a todos en algún momento del camino la vida nos desborda. Dejemos de tachar como débiles a quienes se atreven a pedir ayuda y confesar que no está bien.
Muchas veces sólo necesitamos ser escuchados. Sin sermones o consejos de por medio. Sólo necesitamos saber que no estamos solos en nuestros peores momentos. Confesar que no estamos bien no es sinónimo de debilidad es sinónimo de ser humanos y eso está bien.
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