AMOR Y RESPONSABILIDAD
Hoy es 14 de febrero y todos lo conocen como el día de San Valentín o el día del Amor, y sí, es bonito y emocionante el hecho de tener a alguien que nos regale rosas, que nos recuerde lo bonito de ser querido y tener a alguien con quien se piensa compartir una vida hacia adelante, pero ¿por qué solo el 14?
Algunas veces pienso que como sociedad hemos ido desvalorizando tanto al amor porque lo encasillamos en una caricia, en un beso o en ir tomados de la mano por las calles, le hemos dado una oportunidad a tener todo aquello sin involucrar las emociones, lo que es sentir algo en el corazón o poder emocionarse al pensar que te encontrarás con esa persona especial. Ahora, todo eso emocionante se sustituye de otra forma, sin compromisos y sobre todo sin sentimientos involucrados. Algunas veces estas personas con las que comenzamos construyendo algo bonito, luego tan solo desaparecen y lo primero que nos llega a la mente es ¿qué hicimos mal?
En lo personal, he sufrido de "ghosting" muchas veces. Una vez me gustaba un chico, llevaba más de tres años sintiendo eso y de forma lamentable, confieso que no podía llegar a hablar con él por más de dos semanas. Hablábamos y luego, sin decir nada más, él desaparecía. Me dejaba sin saber si había ocurrido algo, si había dicho algo que le molesto o si tan solo tenía una vida tan ajetreada como para poder tomar el móvil y responderme.
Hoy, por ahora, hacer eso que me hicieron es más habitual de lo que debería ser. Por eso, hoy hablo de la responsabilidad afectiva, más allá de las relaciones amorosas, sexuales o amistosas. Estoy segura de que en cualquier relación social deberíamos ser un poco más conscientes de que al otro lado de nosotros no hay un cartón, sino una persona. Personas que tienen emociones, pensamientos y muchas veces, bastantes dudas como para agregar otras más con lo que hacemos.
Con el tiempo, he aprendido a ser más responsable con los sentimientos de las personas que me rodean. De estar ocupada les mando un mensaje diciendo que estoy ocupada y que no tengo el tiempo para sentarme y tener una conversación extensa, que si tengo un ligue intentó ser reservada para que se sienta especial, para que no piense que es uno más. Intento hacerlo, porque demasiados corazones rotos he visto ya como para ser alguien que rompe uno más.
La responsabilidad afectiva nos ayuda a ser claros, a no confundirnos, y sobre todo a poder encaminar las cosas adonde realmente deseamos llevarlas. Una vez, vi a una chica en una red social teniendo una amistad con beneficios. En su momento, su pareja pareció encontrar a alguien con quien quería algo formal y le escribió avisando que las cosas no podrían seguir, que porque encontró a alguien más y por respeto a ambas partes lo dejaría ahí. Es a esto a lo que me refiero cuando hablo de responsabilidad afectiva.
De la misma forma, tengo un amigo, que cada vez que tenemos un conflicto de opiniones o nos enojamos como cualquier ser humano, nos damos el tiempo para calmarnos y luego hablamos. No permitimos que nos pasemos mucho tiempo en ese estado, sino que cuidamos ambos de las emociones del otro, porque es responsabilidad nuestra muchas veces cómo el otro se siente.
Entonces, la responsabilidad afectiva no solo aplica para relaciones amorosas, sino amistosas y para toda aquella que se quiera crear. Practicarla no solo es cuestión de persona y sensibilidad, aquí no es ella sí y él no, o él sí y ella no, o porque esa persona es más sensible. Muchos menos intento que esto sea una cuestión de moda y que se toma a la ligera, sino que intento que poco a poco integremos la responsabilidad afectiva como una serie en nuestra forma de relacionarnos, porque sin ella no es posible una relación sana.
Por eso, no solo en el día del amor seamos dulces y conscientes de los sentimientos, si no seámoslo todos los días, para construir relaciones sanas que nos aporten y que ayuden a proteger el corazón.