Mi historia de activismo por los derechos de las niñas en Perú

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This is the flyer Jacky received for the first Comunalia event she attended.

Durante la pandemia de la Covid-19, navegando en redes sociales mientras me encontraba en mi centro de labores de costura, encontré a la Comisión de Mujeres Líderes Adolescentes de Lima Metropolitana (COMULIA), en mi ciudad en Perú. La colectiva junto a organizaciones aliadas estaba convocando a niñas y adolescentes para talleres de arte, como fotografía, escritura creativa y teatro. Aun tengo el flyer de la convocatoria - es parte del recuerdo del gran inicio de mi vida. Como cualquier otra adolescente curiosa me inscribí, pronto iniciaron los talleres. Me enseñaron sobre la violencia de género y  mitos del amor romántico. Durante este aprendizaje hay momentos que, a la fecha, no puedo olvidar. Una de ellas es la participación de Dayana, ella tenía 15 años, menor que yo, nos guiaba y nos alentaba a alzar nuestras voces. Mi mente me decía “Si ella puede, yo también puedo”. 

Nunca antes había escuchado la palabra activismo o feminismo pero desde ese momento, todas las experiencias que me disgustaban de la cotidianidad cobraron sentido. Mi madre era el único ejemplo del empoderamiento para mi, ella intentó romper con el círculo de violencia que vivió en su familia. Me enseñó a enfrentarme a quienes me hicieran daño ya que no podía cuidarme en cada momento, pues mi mamá había asumido el rol de proveedora económica en la casa. 

La COMULIA me invitó a formar parte de su colectiva. Me alegra saber que así como ellas, en la actualidad hay más organizaciones que impulsan la agencia de las niñas y adolescentes. Muchas de nosotras somos sobrevivientes - no víctimas - de una nación que desprotege. Hemos sabido sobresalir de la violencia en sus diferentes variables. A través de la información yo pude encontrar “ese sentido” que ahora me lleva a buscar que las niñas de mi localidad también descubran su poder interno, descubran que sus problemáticas son importantes, que pese a que nos enseñaron que debemos guardar silencio cuando los adultos hablan, también tenemos el derecho a ser escuchadas. 

Mi voz ahora tiene un valor no negociable, tengo mucha más fuerza y valentía. La COMULIA y los espacios de participación en mesas de diálogo, foros, trabajos intergeneracionales, entre otros, han contribuido al desarrollo de mi enfoque en la promoción de los derechos de las niñas y adolescentes. Esto trato de aplicar en mi centro de labores, una radio muy conocida que debido a su línea editorial se resiste a utilizar algunos términos propios del activismo.

Una temática que está subrepresentada en los medios es el embarazo adolescente. Por lo general, los medios de comunicación tradicionales como la radio o televisión reportan casos de embarazos tempranos en niñas producto de la violencia sexual, es decir, solo se informa la punta del iceberg de la problemática. Sin embargo, solo a través de la presión mediática las víctimas acceden con mayor celeridad al aborto terapeutico, un procedimiento médico legal en el Perú en algunos casos. Un detalle no menor, es que la “Guía para la realización del procedimiento de la Interrupción Voluntaria del embarazo” no tiene un enfoque basado en los derechos de las niñas -o permite que reciban una atención diferenciada en casos de violencia sexual. 

En lo que va del 2023, el Centro de Emergencia atendió más de 22.000 casos de violencia sexual a nivel nacional, de las cuales el 71% son casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes, es decir que, en promedio, cada hora en el Perú dos niñas son agredidas, de acuerdo a datos oficiales. Así también, según datos revelados por el Fondo de Población de Naciones Unidas, cada día cuatro niñas de entre 10 y 14 años se convierten en madres en el país, y cada hora son seis adolescentes de 15 a 19 años las que tienen un hijo. 

Ante esta alarmante cifra, es importante resaltar el protagonismo que asumimos las niñas y adolescentes en la actualidad. Nuestra actitud se antepone a las barreras sociales que invisibilizan nuestras necesidades. No solo activamos en nuestras colectivas, sino también, en los colegios, universidades y barrios. La frase de la COMULIA “Todo con las adolescencias, nada sin las adolescencias” gráfica claramente que nosotras tenemos la capacidad de enseñar, crear, dirigir y liderar, por ende, nadie mejor que nosotras para proponer y ejecutar estrategias o políticas públicas en favor de las niñas y adolescentes.

 

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