Actualmente el planeta enfrenta una pandemia que ha afectado a millones de personas, y ha dejado en evidencia las grandes falencias de los gobiernos que se enfrentan a esta situación. Si bien, esta problemática es la que acongoja al planeta, también, existe una que afecta a sus ecosistemas y antes se consideraba silenciosa, pero, hoy llama la atención en miles de jóvenes. ¿Es realmente importante la crisis ambiental? ¿Es necesario un cambio? Preguntas como estas dan respuestas obvias pero invisibles a los ojos de muchas personas.
Hoy hacemos un llamado a los sectores políticos, empresariales, y a toda una sociedad que ha puesto sus intereses personales antes que la vida de miles seres vivos (incluyendo la raza humana). Es realmente importante que esta lucha no sea un simple alzamiento de voces, sino, que marque un antes y un después en nuestros hábitos diarios.
En el último tiempo la tierra ha dado señales y respuestas a las cosas que le afectan. Los animales vuelven a sus territorios, los niveles de contaminación han disminuido, la vida silvestre vuelve a encontrar un punto de estabilidad. Esto ha impresionado a quienes revisan día a día sus redes sociales, pero realmente el planeta busca recuperar sus territorios y dar una solución a nuestros actos.
Este es el momento en que los, las, les jóvenes no tenemos la posibilidad de salir de nuestras casas, aunque sí podemos hacer escuchar nuestras voces en las decisiones que nos afectan. Es ahora cuando debemos tomar una decisión que nos beneficie y también ayude a nuestro planeta. Las brechas de desigualdad se hacen ver en gran cantidad y sobre todo con los desastres naturales que han afectado a miles de ellos.
El Acuerdo de Escazú viene a dar respuestas a las cosas que afectan a nuestras comunidades a lo largo y ancho de América Latina y el Caribe, está aquí para ayudar en la toma de decisiones que afecten la vida de las personas y sus entornos. Si bien, es un acuerdo que esta en medio de una crisis sanitaria, no es justificación para dejarlo de lado, no firmarlo ni ratificarlo. Es ahora cuando las comunidades necesitan de él para poder subsistir y subsanar aquellas cosas que han delimitado la calidad de vida en los países de este territorio.
Este acuerdo busca la justicia ambiental, la entrega de información de forma inmediata, que las personas reciban la educación ambiental necesaria para enfrentarse a crisis como la que actualmente vivimos; también es el primer acuerdo que protege a aquellas y aquellos activistas que defienden su entorno, que además son amenazados o perseguidos. Busca que las personas participen activamente en las instancias que les involucran, que opinen y se les escuche; es también el derecho de vivir en un lugar apto y seguro para todo ser que se encuentra en la tierra.
Como jóvenes queremos demostrar a quienes no nos dan espacios, que estamos dispuestos a trabajar por aquellas cosas que nos parecen injustas; tenemos las habilidades y podemos desenvolvernos como cualquier persona. Insto a los demás jóvenes a observar, cuestionarse, no que darse con la primera respuesta; busquemos mas allá de lo visible a nuestros ojos. El por qué de las cosas debe ser un cuestionamiento diario. Las cosas no son establecidas y tampoco están para siempre, sino que están para cambiarlas.
Los países involucrados no pueden dejar pasar uno de los acuerdos mas importantes a nivel Latinoamericano, es la instancia de reparar nuestros errores y marcar un cambio como ciudadanos. Ya no es momento de discutir las cosas, es momento de actuar; es momento de que nuestros representantes hagan lo mismo que los jóvenes de todo el mundo. Amar, respetar y cuidar nuestro planeta. Es hora de actuar.