El otro día una niña se me acercó para preguntarme algo, en vez de ir hacia a ella para responderle amablemente, lo primero que pensé fue: tengo que guardar mi distancia. Después de nuestro breve intercambio, me puse a pensar en lo triste que era ya no poder disfrutar de la misma manera el contacto con la gente (incluso si es gente que no conoces) y reflexioné acerca de todo lo que hemos perdido con la pandemia: las interacciones con extraños ahora se han convertido en un riesgo potencial, el hacer algo tan sencillo como ir al súper mercado requiere que hagamos análisis y planeación nivel inteligencia de espionaje para minimizar el riesgo de contagio, reemplazamos los abrazos y reuniones por videollamadas y, por supuesto, algunxs tuvieron que enfrentarse a la partida de sus personas más queridas.
Literalmente me duele el corazón de pensar en todo por lo que hemos pasado como sociedad, las pérdidas que hemos vivido, a lo que nos hemos tenido que adaptar; sin embargo, también siento una admiración y agradecimiento profundo por todas las personas que han trabajado porque salgamos de esta situación lo mejor posible. Lo más inspirador es que todxs jugamos un rol importante para ser parte de la solución en medio de esta locura; podemos usar cubrebocas, guardar nuestra distancia, buscar formas de apoyar a lxs trabajadorxs de primera línea y, podemos vacunarnos.
Sé que algunxs tienen sus dudas acerca de las vacunas, mi estilo no es tratar de convencerlos de que mi forma de pensar es la correcta, pues pienso que la verdad absoluta no existe. Sin embargo, lxs invito a ser críticxs con la información que hay en la red, a tomar sus decisiones desde el amor y no el miedo, recordando que las acciones de una sola persona crean un efecto dominó y terminan afectándonos a todxs, ya sea para bien o para mal.
En esta etapa tan dura que estamos viviendo, busquemos que nuestros actos nos ayuden a llegar, de la mejor manera posible, a un nuevo día.