La pandemia ha traído muchas lecciones consigo, pero creo que una de las más importantes y valiosas para mí ha sido la lección de la interconexión.
He tenido momentos en los que me frustro mucho con la indiferencia de algunas personas ante la pandemia; toman acciones que los ponen en riesgo y peor aún, que ponen en riesgo a lxs demás. Su argumento, en general, es que lxs únicxs que se tienen que preocupar son las personas que pertenecen a grupos de riesgo.
Si bien muchxs creemos que las decisiones que tomamos nos impactan únicamente a nosotrxs mismxs y quizás a nuestras personas más cercanas, esto no podría estar más alejado de la realidad.
Cuando un grupo de células en nuestro organismo presenta algún problema, nuestro cuerpo se enferma. Del mismo modo, dado que la tierra es un ser vivo, si varias personas comienzan a enfermar, la tierra entera comienza a estar en problemas, porque todxs somos parte de ella.
Eventualmente, lo que le pasa a una persona, crea un efecto dominó en el resto de la gente. La prueba está en que la mayoría de nosotrxs, si no es que todxs, hemos experimentado alguna complicación por la pandemia, ya sea económica, emocional, de salud física o mental, incluso si no hemos estado en contacto con el virus personalmente.
Al observar y entender el efecto que tienen las acciones de unas personas sobre otras cuando no se tiene mucha consciencia social, también me impresiona el efecto tan grande que un acto de cuidado hacia el otro puede tener; estos actos que he presenciado durante los laaargos meses de la pandemia no sólo me han servido para sentir esperanza sino también me han dado fuerza para hacerme responsable de mis actos y entender que yo, como todas las personas de este mundo, juego un rol participativo en la construcción de la realidad en la que quiero vivir, así que te los comparto:
- Una doctora en Instagram que colecta donativos para gente que no puede pagar sus tratamientos contra el COVID; le mandan un mensaje pidiendo ayuda y, en cuestión de horas, el medicamento llega a quien lo necesita.
- Karlita y Majo, que se organizaron para darle una navidad lo más normal posible a niños que han tenido que enfrentar cosas muy duras a pesar de ser muy pequeños.
- Rosy, una psicóloga con una creatividad y corazón tan enormes, que no sé como le caben en el cuerpo; ella hace voluntariado dando terapia a personal de salud que atiende en hospitales COVID, para que puedan procesar todo lo que están viviendo.
- Mi mamá con su generosidad infinita que busca cuidarnos a todos en la familia y se asegura que nadie se quede atrás; mi papá, haciéndole su desayuno y enseñándole yoga para que ella esté bien.
- Isa, quien ahora más que nunca está enseñando a tanta gente a conectarse consigo misma a través de la meditación y así, poder conectar con todo lo que nos rodea.
- Todas mis amigas maestras que buscan crear un espacio seguro para que sus estudiantes se sientan con la libertad de ser ellxs mismxs y puedan descubrir el mundo.
- Gente que encuentra a algún(a) artesanx que está ofreciendo cambiar su artesanía por una despensa y se organiza en redes sociales para llevarles lo que necesitan.
Por mí, podría seguir escribiendo, pero no me alcanzaría el espacio para contar todas las cosas tan increíbles que he visto, especialmente en estos meses.
Del mismo modo que las células de un organismo hacen su parte para que éste experimente bienestar; nosotros, como parte del planeta tierra y entendiendo el efecto que tenemos sobre todo lo que nos rodea, podemos hacer lo que nos toca desde nuestra trinchera para que todxs estemos bien, porque como diría Glennon Doyle “nos pertenecemos lxs unxs a lxs otrxs”.