¿Alguna vez pensais en cómo hay personas que tienen que pagar para ver a otros? No estoy hablando de boletos del plan. Hablo de algo mucho más mundano, tan mundano que no pensamos en que sea injusto.
Si hacemos un conteo, al menos una cuarta de la clase usa gafas o probablemente debería hacerlo. Para todos que tienen suerte y no las necesitan, os puedo decir que ver se ha vuelto un asunto muy caro porque la empresa aseguradora no paga todo el costo de las gafas.
Pero yo puedo pagarlo. ¿Qué pasa con las personas en los países del tercer mundo, que no pueden?
Leí un artículo en un periódico que se titula "Gafas de un dólar: cuando ver no tiene precio" y fue escrito por Ramón Aguilo en junio de 2018.
El texto comienza con una introducción al tema y habla sobre cómo damos por sentada nuestra salud, especialmente nuestros cinco sentidos, hasta que de repente, un día, ya no están. Especialmente en los países occidentales desarrollados, tenemos la costumbre de confiar en nuestro sentido de la vista sin darnos cuenta, aunque lo usamos principalmente para nuestro tiempo frente a la pantalla.
Cuenta la historia de Martin Aufmuth, un profesor de matemáticas y física que no podía aceptar el hecho de que muchas personas en América Latina y África no pueden pagar por las gafas cuando las necesitan desesperadamente. En abril de 2010 logró construir una máquina que se puede usar para producir gafas individuales en solo media hora. Pero eso no es lo más impresionante, ya que Aufmuth ofrece gafas por solo un dólar, que se producen con la ayuda de ciento setenta voluntarios.
Además, se ofrecen cursos en los países de renta baja, donde la gente local aprende a hacer las gafas ellos mismos. Todo esto también es posible gracias a las donaciones de gente particular que han entendido el significado y la necesidad del proyecto "EinDollarBrille". A Aufmuth le gustaría construir un sistema que se financie a si mismo para ser independiente de las donaciones.
El proyecto es reconocido por organizaciones oficiales, por ejemplo recibiendo el Tech Award en el año 2015 y el Next Economy Award en el año 2017. Pero se puede decir que la gratitud de las personas a las que Martin Aufmuth ha ayudado es mayor que cualquier premio.
Personalmente, creo que este proyecto necesita recibir mucha más atención. Es algo realmente grandioso, y aún más impresionante es la cantidad de gente a la que Martin Aufmuth ha podido ayudar. Como alguien que realmente necesita gafas porque sin ellas no puedo ver mucho, entiendo perfectamente lo duro que debe ser estar sin ellas. El artículo es un poco antiguo, pero el proyecto tiene su propia página web (OneDollarGlasses | Help for 150 million people) donde se puede leer mucho sobre las acciones actuales y las historias de las personas implicadas.
Estoy feliz de haber leído este artículo y puedo decir que literalmente me abrió los ojos.
Para concluir, me gustaría decir que me he dado cuenta de que, como ocurre a menudo, damos muchas cosas por sentadas y sólo nos damos cuenta de su valor cuando las perdemos, como es el caso con la vista.También estoy muy agradecido por tener los cinco sentidos y poder pagar por unas gafas. El hecho de que haya personas cuyas fenomenales ideas contribuyen a mejorar la calidad de vida de otros me da esperanza en la humanidad.