A veces, cuando no puedo conciliar el sueño, me pongo a pensar en cosas sobre las que no reparo durante el resto del día. Una vez, por ejemplo, dediqué un buen rato a reflexionar acerca de los nacimientos que se dan en todo el mundo diariamente, luego cada hora, y finalmente cada instante. Googleándolo después, descubrí que nuestro planeta alberga a aproximadamente 300 nuevos seres humanos cada minuto, 150 millones en un año. Seguramente, mientras yo leía esa información frente a la pantalla de mi celular, unos 500 o 600 recién nacidos habían llegado en todo el mundo.
Evidentemente, cuando llegaron a este mundo, ninguno los 500 o 600 recién nacidos de ese instante tenía plena consciencia de lo que pasaba alrededor. Llegaron a lugares geográficos y hogares distintos. Posiblemente al crecer aprendan (o se les enseñe) que, en efecto, viven en situaciones diferentes y en países repartidos por todas las latitudes del globo.
Los que en algún momento habían sido recién nacidos aprenderán nuevas cosas, se desarrollarán en varias áreas y aplicarán lo que saben para progresar. Pero, a medida que crezcan, posiblemente jamás advertirán que fue una misma Madre (diferente a la biológica) la que los cobijó en sus tierras y la que propició su desarrollo y prosperidad en sus espacios. Esta Madre es la que observó cómo se formaban generaciones enteras de seres humanos que dejaron sus frutos, buenos o malos, para los que vinieron después.
Esta Madre es la Tierra; y cada 22 de abril, desde 1970, celebramos su día.
Pero es recién desde 2009 que lo denominamos Día Internacional de la Madre Tierra, en honor a aquella expresión que en muchas culturas y regiones simboliza la interdependencia existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que todos habitamos.
Este día internacional nos brinda la oportunidad de concienciar a todos los habitantes de la Tierra acerca de los problemas que afectan al planeta y a las diferentes formas de vida que en él se desarrollan.
El 2017, la campaña se denomina «Alfabetización medioambiental y climática»; esencialmente para romper con la línea de analfabetos medioambientales y climáticos que, generación tras generación, hemos desconocido la situación cada vez más degradada de la Tierra y hemos sido incapaces de actuar como se requiere.
Los invito este 22 de abril a tomar conciencia de la situación de nuestra Tierra; a mirar al medio ambiente no con los ojos de lucro y demás beneficios personales, sino como miraríamos a nuestra propia Madre. Esta es la mejor oportunidad para informarnos y admitir la responsabilidad colectiva que tenemos de fomentar el desarrollo armónico con la naturaleza, y de esta manera alcanzar el equilibrio justo entre las necesidades de aquellos 300 niños que nacen cada minuto y de su Madre, la Tierra.
Celebremos este día y rindamos homenaje a la Tierra como nuestro hogar y como nuestra madre.
"La educación constituye los cimientos del progreso, y necesitamos que la ciudadanía mundial conozca los conceptos sobre el cambio climático y sea consciente de la amenaza sin precedentes para el planeta. El conocimiento nos empoderará a todos y nos llevará a tomar medidas para defender el medio ambiente.
Celebramos el Día Internacional de la Madre Tierra para recordar que el planeta y sus ecosistemas nos dan la vida y el sustento." (Naciones Unidas)
Este artículo fue publicado originalmente en la antigua plataforma en línea de Voices of Youth y fue recreado por el autor en este nuevo sitio.