"Me casaré cuando me plazca. Mi madre no puede obligarme a que me case. Mi padre no puede obligarme a que me case. Mi tío, mi tía, mi hermano o mi hermana, no pueden obligarme a que me case. Nadie en el mundo puede obligarme a que me case. Me casaré cuando me plazca. Si me pegan, me echan de casa, incluso si me hacen daño, me casaré cuando me plazca. Me casaré cuando me plazca, no antes de terminar la escuela, y no antes de ser mayor. Me casaré cuando me plazca".
Este poema fue escrito por Eileen Piri, una niña de tan solo 13 años, y antes de leerlo por primera vez jamás creí posible respirar el profundo dolor con que se escribía una historia. Me equivoqué. Después de leerlo, virtualmente podía sentir la humedad de las lágrimas de su autora sobre el papel… y en esta oportunidad quisiera que otros también pudieran sentir lo mismo.
Eileen es originaria de Malaui, un país ubicado en la región subsahariana de África, el continente donde cerca de 40 millones de mujeres y niñas contrajeron matrimonio antes de cumplir los 15 años. A pesar de lo impactante de las cifras, esta ni siquiera es la región del mundo donde se presentan los mayores índices; acorde a las cifras de UNICEF, en el sudeste asiático se llevan a cabo actualmente cerca de la mitad de todos los matrimonios infantiles en el mundo (el 42% para ser exactos), donde 1 de cada 3 de ellos sucede en la India. En este contexto, escribir tan férrea declaración como la contenida en el precedente poema es literalmente un grito de guerra, tal como Memory Banda, amiga de Eileen, tituló su conferencia sobre el matrimonio infantil en la famosa plataforma multimedia Ted Talks.
El matrimonio infantil a nivel mundial es un fenómeno complejo y multidimensional. Se le definecomo la unión marital donde al menos uno de los dos integrantes de la pareja tiene menos de 18 años, y posee una preocupante tendencia a afectar mayoritariamente a las niñas en comparación a los niños. Latinoamérica no está exenta de este padecimiento, dado que supera en dos puntos porcentuales el promedio mundial de mujeres entre 20 y 24 años que contrajeron matrimonio antes de cumplir su mayoría de edad.
En mi opinión, el matrimonio infantil afecta tres ámbitos clave de la vida de quienes lo sufren: un grave deterioro físico, una vulnerabilidad económica y un rezago social.
¿Por qué digo esto? Bueno, analicémoslo punto por punto: el matrimonio infantil implica en muchos casos una normalización de sistemáticas agresiones sexuales y la probabilidad de un posterior embarazo precoz; ¡pero eso no es todo!, el cuerpo de una niña que no ha alcanzado su mayoría de edad presenta severas dificultades para sostener una vida sexual activa y es incapaz de sobrellevar un embarazo normal debido a su clara inmadurez ósea y muscular, esto genera efectos tan perjudiciales que según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las complicaciones durante el embarazo y el parto constituyen la segunda causa de muerte entre las jóvenes de 15 a 19 años en todo el mundo. Pero claro, eso sin mencionar que los bebés concebidos mediante un embarazo precoz tienen una mayor tendencia hacia la mortalidad prenatal, a registrar bajo peso al nacer y posteriores dificultades en su desarrollo cognitivo.
Impactante, ¿pero de qué manera se ven afectadas en el ámbito económico? Porque una unión forzada entre una joven y su pareja, con una diferencia de edad significativa, limita considerablemente su acceso a oportunidades de trabajo y formación que le obligan a depender en su totalidad de los ingresos de la pareja. Entretanto, se perpetúan roles de género que le instruyen a la joven ocuparse de los oficios domésticos mientras su pareja se dedica al campo profesional para proveer al hogar. Este hecho afecta directamente el derecho de las mujeres a forjar su propia autonomía económica y, en consecuencia, se enfrenta a la realidad de construir un hogar con baja calidad de vida para todos sus integrantes.
Y finalmente, el efecto más claramente perceptible es el social, se experimenta un rezago dado que una unión matrimonial precoz excluye automáticamente a la niña del sistema educativo formal, coartando sus posibilidades de completar su formación básica o media y por ende minimizando sus oportunidades de acceder a un empleo formal, profundizando la vulnerabilidad económica previamente mencionada. En su contexto nuclear, es susceptible de experimentar rechazo por parte de su grupo familiar o de la sociedad que le rodea, segregación de sus amigos y demás jóvenes que comparten su rango de edad y la posibilidad de desarrollar trastornos en su salud mental.
Lamentablemente no existe una legislación uniforme en los países de América Latina sobre la edad legal para contraer matrimonio. En algunos países se permite la unión matrimonial de un menor de edad cuando existe un mutuo consentimiento de la pareja, cuando hay un aval por parte de los padres del menor de edad o cuando así lo determina un juez competente. Para mayor información sobre este punto, puede consultarse el estudio Experiencias exitosas y lecciones aprendidas de América Latina y el Caribe, iniciativa respaldada por UNICEF, UNFPA, ONUSIDA, OPS/OMS y ONU MUJERES.
Recientemente en mi país, El Salvador, la Asamblea Legislativa reflejó la importancia de tutelar el desarrollo social y emocional de los niños y niñas mediante la eliminación del inciso segundo del artículo 14 del Código de Familia donde se permitía que menores de edad pudieran casarse en caso de que existiese un hijo en común o un embarazo. Con esta medida se previene que muchas de las jóvenes que han sido víctimas de agresiones sexuales, violación o estupro sean obligadas a casarse con sus agresores.
Esta reforma fue especialmente reconocida por agencias de las Naciones Unidas y Organismos Internacionales porque ratifica el compromiso que tenemos como región centroamericana en eliminar las causas de vulneración de los derechos humanos fundamentales de nuestros niños y niñas.
En síntesis, el matrimonio infantil es uno de los flagelos más nocivos para el desarrollo de los niños y niñas en el mundo. A pesar de ello, es una de las problemáticas más invisibilizadas y desconocidas por la población joven y adulta, lo que limita la posibilidad de que puedan hacer algo para cambiarlo. Mientras tú lees este artículo, este día 47,700 niñas en todo el mundo están contrayendo matrimonio sin ser mayores de edad, según el Estado de la Población Mundial 2016de UNFPA. Proyectándonos más allá en el tiempo, según el Estado Mundial de la Infancia 2016, si no hay progresos en la reducción y prohibición del matrimonio infantil en el mundo, para el año 2030 serán casi 950 millones de mujeres que habrán contraído matrimonio siendo niñas.
¡No podemos seguir permitiendo esto! Te animo a tomar consciencia de la importancia que tiene la prohibición del matrimonio infantil como un factor clave para erradicar la violencia contra los niños y niñas del mundo. Si tienes el deseo de contribuir por medio de tu poder de expresión o a través de la colaboración en otras iniciativas regionales y mundiales, ¡hazlo! Te animo a que te unas a las siguientes campañas contra el matrimonio infantil: #NiñasNoEsposas, Mueve un dedo contra el matrimonio infantil y HeForShe: Stand Together.
¡Juntos podemos aportar nuestro granito de arena para transformar la realidad de nuestro mundo! ¡Es nuestra responsabilidad, es nuestro deber!