Cuando era niño, me encantaba hojear los libros que encontraba en la estantería de la sala de mi casa. Al ser hijo único, aun sin siquiera haber aprendido a leer, la curiosidad podía más que yo y hacía que me aventurara a contemplar las ilustraciones y fingir que leía los largos textos.
De entre todos los libros que disponíamos, el que definitivamente me capturaba por horas y horas era una enciclopedia que aún conservo en decentes condiciones: Tras la Pista del Dinosaurio –se llamaba.
A través de ella me enteré de la casi mítica historia de unas criaturas asombrosas: los dinosaurios. Páginas y páginas de ilustraciones me sumergieron en ese mundo donde los grandes lagartos reinaban sobre la tierra, el mar y el aire.
Pero algo pasó. Casi al final del libro, las ilustraciones de la enciclopedia mostraban cómo esa increíble fauna prehistórica llegó a su fin. Animales tan imponentes encontraron un trágico día su fin, víctimas (según el libro) de una catástrofe ambiental asociada al impacto de un meteoro que cambió de una manera sumamente radical las condiciones de vida de la Tierra. Pasaron los años para que el sol iluminara otra vez la Tierra y, cuando lo hizo, los animales que más tiempo reinaron, los más numerosos, los más exitosos, los dinosaurios, junto con una gran cantidad de flora y fauna, desaparecieron para nunca volver.
Si nos ponemos a pensar en la actualidad, la realidad para muchas especies animales es –guardando distancias evidentes- similar. Solo que ahora no es un meteoro el que amenaza con borrarlas de la faz de la Tierra; somos nosotros, los humanos.
Según estudios divulgados por la ONU, "Estamos experimentando la mayor ola de extinciones después de la desaparición de los dinosaurios. Cada hora, tres especies desaparecen. Cada día, más de 150 especies se pierden. Cada año, entre 18.000 y 55.000 especies se convierten en extintas".
De esto concluimos que las actividades humanas (caza, pesca, expansión de la frontera agrícola, crecimiento desmedido de ciudades sobre tierras salvajes, entre otras) han transformado de manera radical, de forma similar al impacto del meteoro, el hábitat de muchas especies que en otros tiempos podían convivir junto o con las comunidades humanas. La pérdida de la biodiversidad (extinción de especies únicas cuyo ADN es irrecuperable) y el cambio climático son dos caras de la misma moneda, como afirma el Secretario Ejecutivo de la Convención para la Diversidad Biológica de la ONU, Ahmed Djoghlaf.
En búsqueda de saciar nuestro apetito por crecimiento y ganancias nos hemos olvidado de uno de los logros más importantes de la evolución: la biodiversidad. En nuestros días, si a una determinada especie no se le encuentra alguna utilidad económico-productiva inmediata, esta es pronto relegada al olvido y muy probablemente condenada a la extinción.
A este paso, el abanico de especies y sub-especies que hasta hoy se han resistido a la extinción quedará reducido a un puñado de animales que son pensados más bien como unidades de producción y no como seres vivos. Una gran parte de las especies que subsisten todavía está caminando por los senderos del olvido y la extinción.
Sería lamentable que en el futuro la única referencia que nuestra descendencia tenga de especies emblemáticas como el panda gigante, el tigre de bengala o la paraba azul, provenga de enciclopedias que relaten el paso de estos animales por la tierra y el funesto desenlace que no fuimos capaces de evitar.
Evidentemente el proceso de extinción de muchas especies ligado a actividades humanas se desencadenó hace mucho tiempo. Para muchos animales el hoy ya es demasiado tarde. Pero como siempre digo, somos la generación del “no retorno”, es decir, está en nuestro actuar el futuro de la Tierra, con flora y fauna dentro.
Es por esto que me gustaría proponerte un reto con el fin de crear consciencia sobre las especies animales en peligro de extinción que habitan en tu país o región.
Busca en internet 3 de estas, infórmate de por qué se encuentran en riesgo y sobre la actual situación del hábitat que estas ocupan.
Luego te invito a que compartas lo que has encontrado con personas allegadas a ti, ya sea en el trabajo, en casa o en la universidad.
También puedes publicar lo que has descubierto en redes sociales, para que muchas más personas tomen consciencia de la situación de las especies que habitan en tu entorno.
Ten siempre en mente: todavía podemos salvarlas del olvido y la extinción.
Este artículo fue publicado originalmente en la antigua plataforma en línea de Voices of Youth y fue recreado por el autor en este nuevo sitio.